Dama egoísta


Sus ojos enmarcados por sombras naturales,
contrastan con su piel blanca y suave.
A través del agua se observa su cuerpo
cubierto por finas telas que ya no valen.

Sus labios se encuentran entreabiertos
pero aun así no descubren su secreto,
Acalla un susurro que ya no sopla
y sin llamarte, te atrae su boca.

Hay rosas y pétalos que la acompañan
y que flotan, resguardan su descanso.
Así también danzan sus cortinas,
la Dama Pálida remoja sus cabellos.

Y, oh, aquellas joyas que su frente adornan,
de nada sirven si su rostro amenazante
apaga el abismo que la quiere consumir.

Ella despide luz y frialdad.
De su cuerpo que flota en el oscuro
vacío, el alma ha dejado de exhalar.



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