Amo tu odio
Desperté sintiendo odio por ti, desperté odiándote con todo mi ser, tanto que podría destrozarte y bañarme en tu sangre.
Te encuentro en una calle desolada, tiemblas al observarme, tus piernas no responden a tu mente y entonces sonríes con angustia. Me acerco un poco, tan lento que puedo escuchar tu estúpido corazón latir tan rápido que estas transpirando. De tu boca no sale ningún ruido.
No puedes huir esta ocasión, sabes lo que hiciste y creíste que te podías ir así nada más, dejándome tan libre como para vengarme. Y creíste que no sufrirías, que habías ganado la guerra. Pero aún no termina, en este pasillo, oscuro, angosto y encerrado, aquí terminará.
A la luz de una pequeña lámpara, que vacila igual que tú en cada paso que das, logras ver mi gran sonrisa. Sé que te hipnotizan mis ojos, rojos, carmesís, irresistibles. Acudes a mí, tan atolondrado como nunca, llenando cada centímetro de tu cuerpo con odio y repudio, y aun así te acercas.
Eres tan vulnerable a mí, no tienes control de tu ser. No puedes hacer más que dejarte llevar por mí, que te llamo tan grácilmente. Sólo puedes continuar avanzando, seguirás temblando. Sabes cuál es tu destino, ya no puedes correr. La oscuridad se hace pesada, el pasillo se hace interminable, las paredes te acorralan, se cierran, parece que el camino que dejas atrás no tiene salida, no hay escapatoria. Empiezas a sentir claustrofobia y te preguntas si en realidad este momento había tardado mucho en llegar o si todo fue muy pronto, pierdes conciencia del tiempo.
Me habías estado esperando con tantas ansias que ahora no sabes qué hacer. Parece que tus nervios te traicionan, en tu mente cruzan fantasías de horror. Deseas haberme matado cuando pudiste, deseas matarme en estos momentos. Yo no me muevo más, aguardo a que tus deseos te arrastren hasta mí. Disfruto cada gota de agua que sale de tu piel, cada palabra que cruza fugaz por tus ojos, odio, rencor, repugnancia, coraje, repudio, matar, matar, correr, sangre, sufrimiento, matar…matar. ¡Sí! Oh, todas esos pensamientos me mantienen tan excitada.
Tu odio solo me hace sentir mejor y tu intriga crece, sufres. Después de inmensurables minutos, estas tan cerca de mí que tus brazos se alzan, se estiran hacia adelante deseando asirme. Se perciben aún más tus temblores, quieres tocarme desde antes de estar siquiera a mi alcance. Piensas que tal vez es solo una pesadilla, no puedes creer que este frente a ti tan tranquila. Ahora estas tan cerca que puedes ver el reflejo de tu muerte en mis ojos. Te inundas de pavor. Tu cuerpo se detiene a tan sólo unos pasos te mí. Parece que quieres llorar de la desesperación, ningún sonido sale de tu maldita boca, sabes que ahora el odio es hacia ti, por no poder hacer nada.
Te tengo totalmente paralizado frente a mí y gozo aun más de tú inútil esfuerzo por normalizar tu acelerada respiración, tu estúpido corazón temeroso. Es aquí donde comienza mi turno: me acerco a tu cuerpo abruptamente y giro lentamente a tu alrededor mientras olfateo que estas horrorizado, apestas a miedo y temor. Yo gozo tu nerviosismo, tu paralización, tu odio.
La lámpara vacilante no aguanta más y se da por vencida. Mi compañera del alma nos cubre para darme paso a tu muerte. Te tomo por el cuello y te aplasto contra el suelo, violentamente desgarro tu carne con mis filosos dientes y te estrello una y otra vez contra el pavimento, con mis uñas me abro paso hasta tus intestinos y los saco divirtiéndome con tu sangre. Te arranco tus sucios labios con los que te atreviste a tocarme. No puedes cerrar los ojos ni un instante, observas tu cuerpo desangrando. Todavía consciente de lo que ocurre, te empiezas a ahogar con tu sangre y, como trofeo, tomo tu podrido corazón en mis manos, te lo muestro antes de que pierdas la conciencia y lo elevo hacia el cielo. Tu cuerpo yace en un río de sangre.
Un poco menos de adjetivos y más acciones y tendrías una historia mucho más poderosa.
ResponderEliminar