Muerte dentro de la esencia
El hombre sumergido en agua helada mantiene un hilo de vida desde la oscuridad hasta la más blanca luz de la superficie. Inmóvil, tranquilo, no respira y soporta el frío que corre por sus venas. Cierra los ojos lentamente, aprieta los párpados concentrándose en juntar sus fuerzas para seguir ese hilo que cada vez se pierde más. Lucha contra pedazos de algo que le obstruyen el camino. ¿Animales muertos? No lo piensa, tampoco lo quiere corroborar. Patalea desesperadamente y mueve sus brazos intentando empujar lo que sea que lo rodea. Patalea más rápido, más fuerte. Ya agitado, su cuerpo se debilita y pierde todo: rapidez, fuerza y conciencia. Después de inmensurables horas bajo la oscuridad, el cuerpo del hombre se rehúsa a congelarse; se mueve con toda la energía y voluntad que le queda. Con una reacción precipitada, empuja lo que hay a su alrededor . Sigue esa pequeña esperanza de escapar. Sin embargo, de nuevo el cuerpo le pesa. Se detiene. Observa hacia la superficie, pero ¿cuál ...