Un árbol caído

Qué tristeza cuelga en cada árbol,
derraman sus pálidas flores púrpuras
mientras deslavan el cementerio creado.


Huellas de desesperación y locura

se arremolinan en el suelo congelado,
golpean el pavimento desteñido.


Sonríes, lloras, anhelas. Tomas asiento
entre su frescura, sientes tu silencio.


Se consumen los sonidos por el Sol,
su estúpido y desmedido brillo te quema,
y sólo lo aborreces. Lo purpura que vuela
te adormece. La sombra envidia tu color.


En tu asiento, aguardas por una mirada,
tiemblas sin control con el viento.


Sombras de peones se unen sin sentido,
arrastran secretos del sol, corren, avanzan.


Que soledad tan aplastada en el suelo,
trepa en los árboles, se muere su dolor
Unión esplendorosa de la oscuridad,
se agita constante, oculta su alegría.



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