Una Rosa para la Muerte
Tan rápido le llegó la muerte, tan pronto como su pureza fue arrancada de su bienestar. Cada uno de sus pétalos se va oscureciendo poco a poco, se enroscan sus sentimientos mientras se pierde su esplendor. Le robaste su muerte y se la entregaste a otro ser, esclavizaste a la triste rosa a su martirio. Cada segundo que sufre esa rosa enfrente de tu amada hace que ambas derramen lágrimas de pútrido rencor. No te importó lo que ella quería, pudo más tu deseo de poseerla.
Observas esa pobre flor fallecer, su alma se vuelve oscura, se rostizan sus pétalos y se pierde aquel hermoso y posesivo color carmesí, ese color que te recuerda mi sangre hirviendo y mi cuerpo pereciendo. Pero no, no soy tu amada, es mi piel a la que adoras.
Utilizas esa rosa como mi reflejo, sabes que lo suave de su exterior la hace aún más impenetrable a su corazón, en el que nadie sabe qué se esconde. La agitan, la muerden y destrozan, pero su corazón se mantiene oscuro, en silencio.
Se adelgaza su belleza, se pudre su color. Le robaste el oxígeno. Pobre rosa, muere en manos de tu doncella, tu doncella de hielo a la que lastimas en cada caricia. Mataste dos bellezas, mataste un corazón, mataste una rosa. Tú, estúpido estafador, te metiste con la naturaleza y pagarás con cada gota de tu sangre.
Tú, pobre diablo, te quedarás sin el alma que cuidabas, esa estúpida y oscura alma que mantenías con vida en la tierra, esa que usabas para cumplir tus deseos y travesuras. Pero ésta rosa, mi rosa, no te permitirá vivir, guardará en cada pétalo un pedazo de tu corazón, ese corazón que por fin hemos destrozado. Morirás antes que la rosa se marchite por completo.
Observas esa pobre flor fallecer, su alma se vuelve oscura, se rostizan sus pétalos y se pierde aquel hermoso y posesivo color carmesí, ese color que te recuerda mi sangre hirviendo y mi cuerpo pereciendo. Pero no, no soy tu amada, es mi piel a la que adoras.
Utilizas esa rosa como mi reflejo, sabes que lo suave de su exterior la hace aún más impenetrable a su corazón, en el que nadie sabe qué se esconde. La agitan, la muerden y destrozan, pero su corazón se mantiene oscuro, en silencio.
Se adelgaza su belleza, se pudre su color. Le robaste el oxígeno. Pobre rosa, muere en manos de tu doncella, tu doncella de hielo a la que lastimas en cada caricia. Mataste dos bellezas, mataste un corazón, mataste una rosa. Tú, estúpido estafador, te metiste con la naturaleza y pagarás con cada gota de tu sangre.
Tú, pobre diablo, te quedarás sin el alma que cuidabas, esa estúpida y oscura alma que mantenías con vida en la tierra, esa que usabas para cumplir tus deseos y travesuras. Pero ésta rosa, mi rosa, no te permitirá vivir, guardará en cada pétalo un pedazo de tu corazón, ese corazón que por fin hemos destrozado. Morirás antes que la rosa se marchite por completo.
Comentarios
Publicar un comentario