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Mostrando entradas de abril, 2014

Juego callejero

Ella venía con los ojos cerrados, como durmiendo. Yo no podía dejar de mirarla desde el asiento de enfrente, de vez en cuando había gente entre nosotros hasta que de pronto el vagón quedó casi vacío. Fue cuando más pude concentrarme en ella, en su rostro, sus manos, su ropa y el leve agitar de sus chinos con los movimientos del metro. Abrió los ojos de pronto e instantáneamente se encontró con mis ojos fijos en su persona. No me dio tiempo de reaccionar, de evadir su mirada, de moverme o siquiera respirar. Me sorprendió el color de su mirar, el café claro y desafiante que me miraba con recelo, con odio. Parecía que ella no parpadeaba; yo sentía que mis ojos no parpadeaban. Sin poder quitarme el peso de su ser penetrándome por la vista, hizo una mueca que poco a poco se fue convirtiendo en el esbozo de una sonrisa, lo suficiente seductora y lo suficiente malévola. Me sentí seducido por un demonio.  Hechizado al instante. Y en ese preciso momento, el vagón se llenó. Un m