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Mostrando entradas de abril, 2015

La que me habla

Hemos machacado sinfonías. Fuiste tú. Mejor cállala. Mejor que me callen y que me corten los dedos. ¿Por qué? Gritan las plumas (no les miento, fue el teclado). Pero es simple: yo no escribo sino ella. No es musa, ni puta. A veces ni es la vida. Pero es ella porque así la quiero llamar. Es ella la que grita y pide que escriba. Sin razón y sin lógica. Y así hemos machacado sinfonías, palabras y funestas algarabías. ¡Qué tontos! Nadie sabe de lo alegre que guarda entre lágrimas la que ni es puta ni es vida. La del fulgor ensombrecido que susurra y estruja desde dentro. Hemos avergonzado. Más ella que yo. Más mis dedos con las palabras. Porque ni en sueños ni en tiempo ella se desvanece. La que me habla: La muerte.

La Baphomette

Del frío suelo nacieron sus dulces manos. Una figura blancuzca se fue materializando mientras un contoneo ascendía con cadencia. Todo se fue asomando entre las espesuras de una atmósfera pesada, acompañado por la música de una orquesta que inundaba el gran salón. Y sin embargo, no había ningún instrumento ni nada ni nadie que pudiera exhalar música.   Una masa etérea de polvo blanco acentuaba su frágil aparición. Las manos precedieron a los cuernos, luego de los cuernos se mostró su negro cabello que colgaba sin temor; después de las sombras de su cabello, se asomó su rostro inmutado y sus párpados cerrados con delicadeza. Así danzaba ella, La Baphomette. Sus manos y sus caderas se movían tentando una melodía lúgubre y de mortuoria singularidad. No abría sus ojos para no mirar a los invitados, ¿pero cuáles invitados? Sabía que ningún otro cuerpo se erguía ahí. El gran salón se había preparado para que danzara con aquella voz que de pronto brotó de las paredes y que descendió d