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Mostrando entradas de abril, 2016

Garganta cerrada

La sangre sentía pánico, corría contra la gravedad, alzaba sus rodillas. Yo no lo adoré. Su carmesí siempre sonriente, se hacía mate, se callaba y por primera vez quiso correr. ¡Fue mi culpa! ¿Será que lloraba? ¿Será que su rostro dejó de alumbrar las heridas? Pobre sangre espantada. Su brillar regresaba a las venas, se perdía en contraflujo. Mi piel sudaba. ¡Yo lo arrullaba! Y sus lágrimas me cubrían la sangre seca y la garganta cerrada.