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Mostrando entradas de septiembre, 2014

La ciudad de las casas cuadradas.

Cada mañana todos debemos formarnos. Los colores amarillos y desgastados nos saludan desde que abrimos los ojos, el techo amarillento y sucio siempre nos saluda de cerca, las paredes amenazan con aplastar nuestros cuerpos en algún momento y la puerta mantiene el seguro puesto por fuera. Siempre me pregunto si habrá alguien que realmente pueda dormir en la oscuridad de su cuarto, si alguien descansa sabiendo lo que nos espera en la siguiente jornada. Hay una luz amarillenta, opaca, casi tangible, esperándonos al salir de nuestras pequeñas casas. Todos salimos casi al mismo tiempo, después de que uno de los enormes guardianes de la ciudad hace rugir su mecanismo, la alarma me recuerda mucho a los gritos de los trenes al frenar con urgencia, pero éste chillido suena aún más fuerte y largo (a veces creo que algún día nos dejará sordos). Y no es como que necesitemos tanto escándalo para despertar (¿ya te dije que no dormimos?). La alarma está diseñada para que se abran las puertas de l