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Mostrando entradas de agosto, 2014

Sirenas de tierra

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Sus pasos eran lentos y cuidadosos, en el suelo árido no había ni una rama suelta que pudiera hacer ruido. A pesar de lo seco de la tierra, se alzaban enormes árboles con troncos gruesos haciendo filas perfectas. Un polvo rancio se respiraba. La piel áspera de Moktinv se dejaba llevar por los olores que el cielo rojizo le ofrecía. Moktinv sabía que pronto se alzaría a lo lejos el castillo de Lutr Noruk, la fortaleza de sus enemigos. Se movía con miedo y precaución, casi cerrando sus poros para no ahuyentar el polvo. Encendió una antorcha para asegurarse que los árboles seguían dormidos. Las doncellas enraizadas en los troncos se veían bellas, como Diosas enclaustradas por las garras de los árboles. Por un momento quiso asir una de ellas; sin embargo, mientras acercaba su mano dudosa, el rostro se alzó y las ramas crujieron en amenaza. No sabía lo que acababa de provocar. Las sirenas de tierra se arrancaron de los troncos y se arrastraban con las ramas aún pegadas a sus cuerpos, o

Reproches de una ventana vacía

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Suave los labios danzan en algodones de cristal. Sus ojos cerrados escuchan el tintineo de la nieve al caer. Canta para los hielos que detienen nuestros ecos. Suave, suave, danza en esta plaza de cristal. Mueve sus dedos queriendo acompañar una melodía que sólo él escucha en su mente. Que tus cielos arrojen alegría, ven y canta, que el frío de los naúfragos no cabe en este lugar. Aún con la torpeza de sus pies, intenta mecerse en su vieja silla preferida. Su mente distante imagina la ventana, el hielo, la escarcha. Siente que por un momento puede dejar que las arrugas de su frente se relajen, que el pesar de sus orejas sea liviano y que su cabello, casi blanco, se funda con el clima que lo arropa. La ventana, en cambio, cruje al hincharse con la humedad que la rodea. Sus maderas gruesas la enmarcan y también forman una cruz que la divide en cuatro grandes recuadros empañados, donde apenas se puede vislumbrar un par de niñas delgadas, vestidas con blancos payasitos, tutús y

Sin sueño

Como drogada se despertó en su cama. Ese extraño sonido no se callaba. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño de nuevo. ¿Qué era eso que jugaba en su mente antes de despertarse? Quería recordarlo o imaginar algo nuevo. Un extraño movimiento en su pierna la inquietó. De nuevo ese sonido en sus orejas. Luego su cabeza mareada, los ojos pesados. ¿Será que estaba temblando? Podía sentir que la cama se sacudía con un leve meneo. Ella se quedó quieta, casi sin respirar para asegurar que aquél movimiento no era un invento suyo, que su cuerpo no temblaba sino el mundo a su alrededor. Apretó los ojos. No había pasado nada. No pasó nada. No pasó nada. Se lo repetía tratando de convencerse. Su cama no se movía, el sonido no existía. Seguro era algún mosco por ahí. De nuevo ese agitar de la cama, era como si el colchón se meciera para acurrucarla. Sus piernas empezaron a tener un leve estremecimiento, como si algo entre las colchas las rozaran. Abrió los ojos de golpe,