Sin sueño

Como drogada se despertó en su cama. Ese extraño sonido no se callaba. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño de nuevo. ¿Qué era eso que jugaba en su mente antes de despertarse? Quería recordarlo o imaginar algo nuevo.

Un extraño movimiento en su pierna la inquietó. De nuevo ese sonido en sus orejas. Luego su cabeza mareada, los ojos pesados. ¿Será que estaba temblando? Podía sentir que la cama se sacudía con un leve meneo. Ella se quedó quieta, casi sin respirar para asegurar que aquél movimiento no era un invento suyo, que su cuerpo no temblaba sino el mundo a su alrededor. Apretó los ojos. No había pasado nada.

No pasó nada. No pasó nada. Se lo repetía tratando de convencerse. Su cama no se movía, el sonido no existía. Seguro era algún mosco por ahí.

De nuevo ese agitar de la cama, era como si el colchón se meciera para acurrucarla. Sus piernas empezaron a tener un leve estremecimiento, como si algo entre las colchas las rozaran. Abrió los ojos de golpe, encendió sus sentidos, escuchó a su alrededor al máximo. Un refrigerador, de nuevo el zumbido. Tac. Tac. ¿Qué era eso? Tac. Tac. Era como un golpe en algo de madera, ¿pero era en su cuarto? ¿venía de la cocina? Quizá era de otra casa.

Se quedó lo más quieta que pudo. Se acomodó para volver a buscar la inconsciencia. De nuevo aquel extraño sonido. Esta vez notó que venía a lo lejos, detrás de la puerta quizá. Se giró lentamente para observar si había algo. Se sorprendió al ver que su cuarto estaba entreabierto, una ligera ráfaga de aire se colaba y con ella aquel zumbido que le robaba el sueño.

No pudo quedarse más sobre su cama y se puso de pie. Notó que su cuerpo le respondía con esfuerzos, todavía se sentía adormecida. Todo le pesaba. Caminó balanceándose hasta llegar a la puerta. Intentaba moverse lento, sin hacer ruido. Seguía ese zumbido que le penetraba los oídos. Se detuvo detrás de la puerta, sin asomarse, sólo escuchando.

Sus ojos se abrieron de par en par al notar que no era un zumbido, sino lo que parecían ser los chillidos de una niña pequeña. Corrió de regreso a su cama. Sentía que el corazón le brincaba. Se acurrucó, apretó las rodillas con sus brazos y cerró los ojos con fuerza. "Yo no la maté, yo no la maté" se reprochaba entre sollozos.

Comentarios